A Cristina Cifuentes, colgada como estaba de la brocha de su
máster mentiroso, sólo le quedaba una salida, la de peregrinar a ese Lourdes
particular y sevillano, coreografiado a imagen y semejanza de tantos y tantos
otros Lourdes "made in Correa, made in Gürtel", con los que, el PP
capeaba temporales y recuperaba aliento y brillo en otros tiempos.
El viernes, hace sólo tres días, dejamos a Cifuentes bajo
mínimos. Nadie daba un duro por ella y, si no lo daba, era porque, una a una,
todas sus excusas, todas sus mentiras, se habían ido desmontando mediante
evidencias y, sobre todo, gracias a la dignidad recuperada tardíamente por
la profesora Gómez de los Mozos que, entre lágrimas, echó por tierra la
coartada que sus "jefes", está por ver cuántos y quiénes, habían
fabricado para Cristina Cifuentes y su presunta inocencia.
Al menos eso creíamos quienes no estábamos al tanto de las
negociaciones que, entre bambalinas, estaba llevando a cabo la todavía
presidenta madrileña con el todavía presidente del Gobierno y del PP,
negociaciones en las que, con mucho tiento y mesura, se pactaron las
presencias, las menciones, los abrazos y los aplausos del fin de semana.
También lo creíamos quienes no estábamos al tanto de la
"contravigilancia" emprendida por el PP y los suyos, repasando los
expedientes académicos de sus adversarios, repasando currículos, mirando
títulos del revés y del derecho, escudriñando, en fin, el infinito, a la
búsqueda de falsedades y maquillaje con las que atenuar la gravedad de todos
los pasos tan torpemente dados por Cifuentes.
El trabajo ha debido ser arduo pero, al final, ha dado
resultado, porque un redactor de EL MUNDO, traicionando la confianza que en él
había depositado, señaló a un profesor de la Universidad Rey Juan Carlos como
la "garganta profunda" que reveló a diario.es los pormenores de la
fraudulenta obtención del máster de Cifuentes, y lo señaló como señalan a los
autores de una travesura los niños deseosos de "chivarse" de sus
compañeros, sin dar su nombre, aunque sí la inicial de su apellido, su estatus
y la "reveladora" circunstancia de su militancia socialista.
A este clavo, calentado a soplete por la prensa amiga, se
han agarrado Cifuentes y su partido, para, en su más rancio estilo, descubrir
tramas y conspiraciones y para acusar al PSOE y sus dirigentes de usar esa
información en beneficio propio más depurado, convirtiendo a este profesor en
el único culpable, con la connivencia, eso sí, de los dirigentes de su partido,
del escándalo que nos ocupa, algo así como culpar a los periodistas Woodward y
Bernstein, redactores del Washington Post, junto a su fuente, el funcionario
que se hacía llamar "garganta profunda", en culpables de la dimisión
de Richard Nixon, el presidente que mandó a una panda de mafiosos a reventar y
registrar, en el edificio Watergate las oficinas electorales del Partido
Demócrata.
Pues, ni cortos ni perezosos es eso lo que han hecho, no sin
antes elaborar una alambicada fórmula para describir las fechorías de
Cristina Cifuentes en la Universidad Rey Juan Carlos: "se matriculó, cursó
y obtuvo el máster". Una fórmula en la que no se habla de plazos, de
asistencia, de exámenes ni de trabajos, mucho menos de tribunales inexistentes,
una fórmula empleada ya por todos los que se dignaron hablar del asunto, desde
la misma Cifuentes al sibilino Núñez Feijoo, gallego en su máxima expresión.
No es de extrañar que, el domingo, la presidenta madrileña,
una mueca el viernes de la mueca que ya de por sí es, el domingo, tras los
aplausos, los besos y las informaciones sesgadas de EL MUNDO, se
transformase en la mujer sonriente y juguetona que se permite esfumarse
entre la nube de periodistas, no con la cara de acelga de días anteriores sino
con la mejor de sus sonrisas.
Cifuentes necesitaba un milagro, si no para salvar su
carrera, sí para mantenerse un poco más en el despacho de la Puerta del Sol, y
el milagro acabó por materializarse convenientemente fabricado y coreografiado
desde las cloacas y la sala de máquinas de su partido. Aun así, no hay que
olvidar que tan ágil, escurridiza y ambiciosa señora tiene, esta mañana y hasta
las doce, otro máster que aprobar: el que, en contra de su opinión, pero
forzada por Ciudadanos, la colocará ante una comisión de investigación en la
Asamblea de Madrid en la que, no lo dudéis, por más coreografía y aplausos que
medien, la pondrán, a ella y a su máster, como chupa de dómine.
2 comentarios:
Las mentiras,..me resultan imposibles de digerir,...sobretodo si se empeñan en no rectificar, pero aplaudirlas,.....me resulta insoportable.
Aunque,..la historia se repite con demasiada frecuencia.
Se han limitado a montar un circo para aparentar lo que no es ...
Saludos
Mark de Zabaleta
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