Mientras los españoles, la mayor parte al menos, estamos
viviendo la peor crisis que hubiésemos podido imaginar. Hemos pasado de los
días de vino y rosa, del brillo del euro que nos abrió las puertas del mundo,
desde Nueva York al Caribe, al más negro de los presentes en el que ni siquiera
tenemos la confianza suficiente para pasar unos días en la más barata de las
playas españolas. Aunque esto, que es muy sintomático, no es lo substancial,
porque lo verdaderamente dramático es que crecen las colas ante los comedores
sociales, la cesta de la compra lleva cada vez menos carne o pescado, mientras
crecen en ella los paquetes de arroz, pasta y salchichas.
Dentro de un mes subirá el IVA, los transportes, la luz, el
gas, las tasas universitarias, el material escolar y tantas y tantas cosas lo
han hecho ya. Nuestros mayores miran cada céntimo de su pensión mientras rezan
para no tener que tomar muchas pastillas que tendrían que pagar en la farmacia.
Los médicos y enfermeras tienen que echar mano, en un país que hasta hace dos
días era solidario, su código ético para no dejar en la calle a los inmigrantes
y así poner en riesgo la salud de todos. Se invierte en reparar viejos coches
más de lo que le darían a su dueño por ellos. Las terrazas de los bares no se
llenan y, si lo hacen, es con cervezas y cafés interminables que se estiran
como los de la panda de poetas, bohemios y buscavidas de "La Colmena"
de Cela... Y así toda una larga lista de agravios y desgracias de los que todos
hemos sido testigos.
Mientras tanto, el ministro Montoro cobra al mes mil
ochocientos euros de dieta, teniendo como tiene tres pisos de su propiedad en
Madrid. Mil ochocientos euros con los que la mayoría de las familias españolas
harían maravillas, pagando vivienda, ropa, calzado, colegio de los niños,
comida y podrían, incuso pagarse una vacaciones y alguna que otra caña los
domingos.
Mientras, la Comunidad de Valencia, la primara en pedir ser
rescatada, con una deuda vergonzante, la que Aznar señalaba como su modelo, la
que tenía dinero para llenar los bolsillos de Calatrava, el Tous de los
arquitectos e ingenieros, siempre igual, casi siempre inútil, a cambio de
proyectos plagados de defectos o abortados. Mientras, Valencia se hipoteca en
la financiación de la Fórmula 1, a mayor gloria de Aznar y su yerno, el que
vive y negocia en las inmediaciones de la Gürtel.
Mientras, los errores de nuestro pijoministro de Economía
hunden más aún si cabe la ya de por sí agujereada Bankia. Mientras, cada vez
que habla Montoro sube la prima de riesgo. Mientras, las bocas rotas de los
ministros del PP, hechas, tal lo parece, para hablar sin sentido, dejándonos, a
nosotros y al país, con el culo al aire, un día sí y otro también. Mientras,
España da pena o risa, salvo que hablemos de fútbol y otros deportes.
Y mientras, lo que es peor, este país parece no tener líder,
porque el que consiguió serlo a la tercera se esconde o huye. Mientras, Mariano
Rajoy se empeña en no disgustarnos con sus explicaciones o, cuando las da, son absurdas
perogrulladas, estúpidas metáforas, a veces sobre el deporte, a veces sobre
otras cosas, que me hacen dudar de su capacidad para ocupar el puesto que diez
millones, ochocientos treinta mil, seiscientos noventa y tres españoles
decidieron que ocupase.
A veces pienso que quien vive en La Moncloa es el Hombre
Invisible.
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luz" en http://javierastasio2.blogspot.com/ y en http://javierastasio.blogspot.es y, si amas la buena música, síguenos en “Hernández y Fernández” en http://javierastasio.blogspot.com/
1 comentario:
Una pequeña apreciación. El "colegio de los niños" es gratuito, la enseñanza pública es gratuita.
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