Qué tranquilo me he quedado. Estaba preocupado por todos
estos señores que han tenido que ver en la gestión de Bankia. Me ponía triste
sólo de pensar que iban a llevar sobre su conciencia el resto de sus vidas
haber causado la ruina y la infelicidad de tantas familias. Me preocupaba que
no pudiesen dormir a pierna suelta con ese peso. Temblaba al pensar que no iban
a poder mirar a sus mayores sin dejar de pensar en todos esos pensionistas que
se han quedado sin los ahorros de toda una vida. Menos mal que no es así. Menos
mal que mientras tenían su culo sobre los mullidos sillones de cuero de los
consejos de administración sólo hicieron el bien o, a lo sumo, lo que hicieron
no tuvo consecuencias ni para los ahorradores y clientes ni para el erario.
Ya está. Ya han pasado el mal rato -no va con segundas- y ha
quedado claro que cobraban la pasta que cobraban por nada. A lo sumo, por
hacerse fotos, presidir interminables reuniones, dejar que su cara aparezca en
las memorias y los folletos de la entidad y, como mucho, echar alguna firmita
al pie de documentos que no habían leído, Exactamente lo mismo que han hecho
las víctimas de la estafa de las preferentes, aunque para ellos el resultado ha
sido muy distinto.
No sé por qué soy tan cicatero. Si sólo son servidores
públicos que ocuparon todos esos despachos como el bien merecido retiro a sus
respectivas carreras políticas y, si aceptaron los cargos, fue para evitarnos
el bochorno de mandarles el sueldo directamente a casa. No sé cómo he podido
dudar de su honestidad, si han salido del Congreso tan impolutos como entraron
o más.
El primer acto de la tragedia que están viviendo ya ha
pasado. Y ha pasado con bien. Ahora tendrán que representar el segundo, con un
personaje nuevo y distinto del coro de diputados que pisaron las tablas en el
primero. Ese personaje es el juez y sólo espero que desentrañe el nudo de esta
historia y que este segundo acto sea mucho más interesante, porque a lo mejor
resulta que todos estos señores de mirada compungida y rostro cariacontecido no
anduvieron haciendo el bien por los consejos de administración.
Lo que no acabo de entender es cómo mi Cajamadrid de toda la
vida se ha quedado, sin que nadie hiciera nada, como se ha quedado
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