No sin cierto tufo racista, se dice que los gitanos no
quieren buenos principios para sus hijos y, de ser acertado el razonamiento,
equivocarse y tropezar al arrancar el camino garantizaría un final feliz a la
travesía que en el caso del gobierno de coalición que se está formando en medio
de interferencias y sobresaltos, antes o después llegará a buen puerto, aunque,
por el momento, raro es el día que no nos provoca un vuelco en el
corazón. Nos queda el consuelo del refrán, ese que dice que "amores
reñidos son los más queridos", porque, de ser cierto, parece que vamos
bien.
Digo todo esto porque, ayer, de golpe y porrazo, nos
enteramos y Pablo Iglesias parece que también de que Pedro Sánchez se
había sacado una nueva vicepresidencia de la manga, la que ha que velar por la
transición ecológica y los cambios demográficos, la agenda 20-30, de cuyo
control tan orgulloso se sentía Iglesias, hasta el punto de lucir en el pleno
de investidura una chapa alusiva. El anuncio se hizo señalando a la actual
ministra de Transición Ecológica, Teresa Rivera, como titular de la misma, lo
que a Unidas-Podemos debió olerle a cuerno quemado, lo que tendría sentido en
un ámbito, el de la política, en el que la ambición y el ansia de poder
parecen, por desgracia, los motores de la acción.
Sin embargo, al margen de las prisas y ansiedades de
Podemos, observando el panorama con mirada fría todo cobra su lógica, porque la
ratio entre diputados de Unidas- Podemos y PSOE está en torno a uno a cuatro,
con lo que cabría pensar que una sola vicepresidencia en manos de los socios
del PSOE se ajustaría más a esa proporción, reservando la jefatura de gobierno
y la vicepresidencia primera a los socialistas.
visto así, parece como si alguien, en medio de la euforia
inicial de los de Iglesias, deseosos de cantar a los cuatro vientos sus logros
y a "repartir", no sin cierto descaro, poder y despachos en las áreas
que les corresponderían, hubiese caído en la cuenta de que las cuentas no se
habían hecho del todo bien, al tiempo que habían quedado solapadas demasiadas
competencias, como las patatas mal freídas para una tortilla que se pegan unas
con otras, así que lo mejor ha sido sacarlas de la sartén una a una, para que
queden sueltas y listas para componer juntas, pero no revueltas, la mejor
tortilla posible.
Una vez más, a Podemos, mejor dicho, a Pablo Iglesias, le
han podido las prisas y, sobre todo, esa ansiedad que tanto le caracteriza,
mientras que, frente a él, Pedro Sánchez, mitad por carácter, mitad por
experiencia, a "arrastrado los pies" con una cierta discreción,
dejando tiempo para la rectificación que, ayer mismo, se produjo.
Son dos caracteres, dos formas de hacer, muy diferentes: las
prisas y el ego del "líder", frente a esa aparente calma de Sánchez
que, lento pero firme, va ocupando el terreno. Son dos personalidades muy
distintas tratando de quitarse las sillas, en silencio o contándolo a los
cuatro vientos, el viejo juego de las sillas musicales que, desgraciadamente,
las más de las veces acaba mal. Sólo espero que acabe por ser verdad lo de que
la experiencia de los socialistas y la audacia "podemita" sumen y no
resten, para que nuestro trasero, que es el que en realidad está en juego, no
acabe en el duro suelo.
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