lunes, 13 de enero de 2020

DOLORES DELGADO


Amanezco con una buena noticia, algo que por desgracia no es lo habitual, una noticia que no es otra que la del nombramiento de Dolores Delgado como fiscal general del Estado, un cargo difícil y polémico, quizá el más polémico, junto con el de ministro del Interior, de cualquier gobierno, pero más aquí en España y más en este complicado periodo que nos ha tocado vivir.
Me gusta, lo confieso, el temple de la ex ministra de Justicia. Me gustó su aplomo para resistir de una pieza la andanada de basura que la rata Villarejo lanzó contra ella en el capítulo correspondiente de su hediondo folletín por entregas y me gustó porque muchos, entre ellos los filtradores y quienes dieron a la filtración el recorrido que no merecía, esperaban bien una rabieta, bien que acabase llorando su desgracia en un rincón.
Me gustó verla junto a Félix Bolaños, el secretario de Presidencia, prendiendo ese exorcismo que, de alguna manera, supuso la exhumación de los restos del sangriento dictador Franco del lugar en el que nunca debieron reposar, junto a los de millares de sus víctimas. Su imagen, su aplomo, en medio del frío silencio de aquella mañana en el valle de Cuelgamuros, encarnaba la dignidad de un pueblo que, por fin y no sin dificultades, acababa de expulsar de su casa al peor de los fantasmas. Bolaños y ella lo hicieron contra viento y marea, enderezando el espinoso y retorcido camino que quienes deseaban que nada cambiase habían preparado. Lo hicieron posible de modo impecable y demostraron que el apocalipsis ultra que se anunciaba se ahogase en unas pocas quejas y algún que otro exabrupto de los que aún tienen mucho que agradecer a la dictadura.
También la recuerdo haciendo justicia siempre que tuvo ocasión a la memoria de quienes perdieron aquella guerra injusta en la que quienes se decían patriotas se apoyaron en quienes querían esclavizar a todas las naciones europeas. Era reconfortante verla, emocionada, junto a quienes lucharon aquí o allá lucharon para evitarlo. 
La recuerdo también luchando con tesón para que la memoria de las víctimas de la violencia machista no se olvide y haciendo lo posible, poco desde un gobierno en funciones, para corregir los efectos de leyes dictadas desde una sociedad que aún no entendía de igualdades y, menos aún, de la libertad de la mujer. Unas leyes hechas por hombres en su mayoría que se han vuelto injustas e insoportables para las mujeres hoy.
La recuerdo corrigiendo a través del necesario cambio del representante de la abogacía del Estado en el juicio a los responsables de los delitos cometidos en nombre del "procés", el inmenso error que fue el nombramiento al frente de la Fiscalía General del Estado que ella misma ocupará, ahora a María José Segarra cuyo seguidismo en el juicio ante el Supremo quedó en evidencia una vez dictada la sentencia. El relevo de Edmundo Bal, hoy en las desoladas filas de Ciudadanos, como representante de la Abogacía del Estado se vio recompensado con el rechazo del delito de rebelión, que el fiscal y Bal reclamaban, por el de sedición, propuesto en el informe del servicio de la Abogacía del Estado que Bal se negó a firmar.
Hoy sabemos que, con toda probabilidad, la ya exministra Delgado ocupará el cargo de Fiscal General del Estado, un cargo vital en los tiempos que se avecinan, desde el que la experiencia y el temple de Dolores Delgado se harán notar. Y hoy sabemos también lo mal que ha sentado en las filas de Vox, Ciudadanos o el PP, la extrema derecha de colores, el nombramiento, como si cualquier otro les hubiese gustado, a ellos que, durante años, tuvieron al frente de la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Madrid a quien sistemáticamente paraba cualquier querella contra Esperanza Aguirre y al que recompensaron con el nombramiento como fiscal general.
Me alegra que Dolores Delgado, fiscal de carrera y con las virtudes descritas y que habrá a quien les parezcan defectos, esté al frente de la Fiscalía General del Estado, quizá con ella al frente los fiscales dejen de buscar fantasmas en los monólogos, de atender a "ofendiditos" y se ocupen más de nosotros y lo que realmente nos preocupa.         

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