No sé si s vuestro caso, pero llevo un tiempo en el que me
cuesta reconocer en los dirigentes de Ciudadanos la imagen cordial de sus
primeros. El cambio es más evidente en Rivera que, cuando aparece en público,
que es cada vez menos, muestra esa imagen crispada y a la defensiva de quien sabe
que ya no "coloca" su mensaje con la facilidad con la que lo hacía
antes.
Les ocurre lo mismo a otros dirigentes del partido, a
Villegas, por ejemplo, al que los dioses parecen haber negado la sonrisa y a
Girauta, siempre crispado, y, sobre todo, a Inés Arrimadas la dulce sonrisa de
los primeros tiempos, transmutada en una agresividad creciente, supliendo a su
escurridizo jefe de filas o empeñada en maniobras de diversión con las que
desviar la atención de los problemas de su partido, cada vez más y mayores, por
cierto, hacia momentos puntuales perfectamente diseñados, estandarizados, diría
yo, con los que atraer los focos y la atención de la prensa, asumiendo un
protagonismo que no les corresponde y desvirtuando la verdadera naturaleza de
los asuntos.
Lo que digo, por si había alguna duda, acaba de confirmarse
a través de un documento interno del partido, en el que los de Rivera se
felicitan por el éxito mediático de acciones como las de Alsasua o Waterloo,
donde Arrimados u otros dirigentes, convenientemente escoltados por la prensa y
las fuerzas del orden, en cantidad suficiente para garantizar su seguridad y la
cobertura televisiva de actos que no pasan de ser provocaciones, incursiones en
"territorio enemigo", en las que la bronca y el ruido se sobreponen a
todo lo demás, incluidas las explicaciones de su actitud.
Lo acaban de demostrar una vez más tratando de colocarse con
su pancarta en un lugar preferente de una manifestación, la del orgullo gay, a
la que no habían sido invitados, por sus continuos pactos con PP y Vox,
explícitos o soterrados, que, por más que lo nieguen, están teniendo
consecuencias en el recorte de derechos y avances sociales, también los del
colectivo LGTB, la primera de ellas, la de abrir la puerta a un partido
explícitamente homófobo como lo es Vox.
Harían, haríamos bien, en tomar nota de lo sucedido en
Grecia en las últimas elecciones, en las que "Amanecer Dorado", un
partido más o menos homologable a Vox, ha quedado fuera del parlamento al haber
sido aislado por el resto de las fuerzas políticas y por los medios que dejaron
pronto de dar cobertura a sus actos y a sus campañas, todo lo contrario de lo
que PP y Ciudadanos y medios como la Sexta han hecho con Vox y sus tuits.
Que lo de Arrimadas, cada vez menos Blancanieves y más
Cruella, en la Marcha del Orgullo estaba perfectamente preparado y sus
consecuencias asumidas y convenientemente recicladas está claro. Sabían que
iban a ser rechazados y pese a ello acudieron con paraguas y descaro a recibir el
más que previsible rechazo del resto de asistentes. Y no sólo eso. En las horas
siguientes dirigieron todas sus diatribas hacia el culpable que ellos mismos
habían señalado "señorministromarlaska" que, en su opinión, fue el
instigador del boicot, violento según ellos, sufrido en la manifestación del
sábado.
No, "señorainesarrimadas", decir, como dijo el ministro Marlaska, que haber
facilitado la entrada de Vox en las instituciones tiene consecuencias no es
pedir que les "apedreen" ni se puede pedir su dimisión por ello. No
sé si es consciente, "señorainesarrimadas", de que se les está viendo
el plumero, de que no pueden mostrar ni una piedra ni un rasguño que pruebe sus
acusaciones. No sé si se dan cuenta de que son como esos niños mimados que
provocan al resto y rompen a llorar cuando sus provocaciones tienen respuesta.
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