miércoles, 10 de julio de 2019

¿VOTOS INÚTILES?



Jamás me atreví a pensar que echaría de menos el bipartidismo y, sin embargo, después de estos cuatro años de indefinición de posturas tácticas y de poca o ninguna acción, después de ver como lo imprescindible la reforma laboral, la sostenibilidad de las pensiones o el necesario reajuste del estado de las autonomías, después de ver cómo el "problema" catalán se convirtió en el "conflicto" catalán, a veces me sorprendo deseando que desaparezcan a derecha y a izquierda esos partidos que, en estos cuatro años, con sus vetos y sus exigencias están consiguiendo paralizar el país.
Creo que a estos "nevos" partidos les falta sentido de la realidad, que se creen mucho más fuertes e imprescindibles de lo que en realidad son. Tomemos, por ejemplo, a Podemos, o a Pablo Iglesias, que últimamente no los distingo, exigiendo al PSOE carteras o incluso una vicepresidencia, como si con sus votos le bastase a Sánchez para cuadrar una mayoría absoluta y estable que garantizase una legislatura tranquila.
Iglesias, como profesor de la cosa, debería saber que sus votos no le bastan al PSOE, que tendrá que buscar apoyos en otras fuerzas que no siempre están dispuestas a sumar sus votos a los de su partido.
Al profesor de Políticas le traicionan, como a Albert Rivera, las prisas y un cierto infantilismo que no es deja ser tan generosos como debiera exigírsele que sean a quienes deciden ponerse al servicio de la sociedad.
Pablo Iglesias está otra vez en las de hace cuatro años, cuando se presentó ante el candidato Sánchez con una lista d gobierno imposible, dando a Ciudadanos las alas que necesitaba para sobrevolar con ojos golosos el pastel de la derecha, el centroderecha no existe, y llegara a creerse una alternativa de gobierno. Planteó, según el PSOE, la exigencia de una vicepresidencia para Iglesias y ni se planteó la constitución de los correspondientes equipos negociadores imprescindibles para legar a un acuerdo de programas, paso imprescindible para el pacto de investidura.
Debo ser muy torpe, porque no llego a entender por qué no es posible controlar desde el parlamento las leyes y políticas de un gobierno que podrían y deberían ser modificadas y ajustadas por el resto de partidos, votándolas en plenos y en comisiones. Se me hace cuesta arriba y se me hace cuesta arriba, sobre todo porque la mayor parte de lo que aprobase un consejo de ministros del PSOE y Podemos, presupuestos incluidos, podría ser tumbado por el resto de la cámara.
Debo ser muy cándido, pero estoy convencido de que todo esto es puro teatro, que lo de Iglesias, que ayer salió de la reunión pidiendo árnica, no había más que ver su cara y escucharle la voz, su empeño en salir de La Moncloa con dos o tres carteras ministeriales como trofeo, no responde más que a la necesidad imperiosa de reforzar su liderazgo en Podemos.
Debo ser muy torpe, porque no llegó a entender que quienes insisten en que la mayoria de los españoles quieren un gobierno de izquierdas faciliten por segunda vez, las dere,has siempre se unen un gobierno conservador, cuando no ultraconservador.
Debo ser también muy desconfiado, porque no me sentiría seguro con un gobierno del que formase parte quien ha conseguido en apenas dos años acabar con el enorme patrimonio de votos e ilusión que algunos pusimos en él. Por eso y ante lo que estamos viendo, me planteo si, ante quienes son capaces de estirar la soga hasta romperla en un adelanto electoral, no habría que volver a aquellos del "voto útil", sobre todo después de ver que algunos votos acaban resultando inútiles.

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