Jamás me atreví a pensar que echaría de menos el
bipartidismo y, sin embargo, después de estos cuatro años de indefinición de
posturas tácticas y de poca o ninguna acción, después de ver como lo
imprescindible la reforma laboral, la sostenibilidad de las pensiones o el
necesario reajuste del estado de las autonomías, después de ver cómo el
"problema" catalán se convirtió en el "conflicto" catalán,
a veces me sorprendo deseando que desaparezcan a derecha y a izquierda esos
partidos que, en estos cuatro años, con sus vetos y sus exigencias están
consiguiendo paralizar el país.
Creo que a estos "nevos" partidos les falta
sentido de la realidad, que se creen mucho más fuertes e imprescindibles de lo
que en realidad son. Tomemos, por ejemplo, a Podemos, o a Pablo Iglesias, que
últimamente no los distingo, exigiendo al PSOE carteras o incluso una
vicepresidencia, como si con sus votos le bastase a Sánchez para cuadrar una
mayoría absoluta y estable que garantizase una legislatura tranquila.
Iglesias, como profesor de la cosa, debería saber que sus
votos no le bastan al PSOE, que tendrá que buscar apoyos en otras fuerzas que
no siempre están dispuestas a sumar sus votos a los de su partido.
Al profesor de Políticas le traicionan, como a Albert
Rivera, las prisas y un cierto infantilismo que no es deja ser tan generosos
como debiera exigírsele que sean a quienes deciden ponerse al servicio de la
sociedad.
Pablo Iglesias está otra vez en las de hace cuatro años,
cuando se presentó ante el candidato Sánchez con una lista d gobierno
imposible, dando a Ciudadanos las alas que necesitaba para sobrevolar con ojos
golosos el pastel de la derecha, el centroderecha no existe, y llegara a creerse
una alternativa de gobierno. Planteó, según el PSOE, la exigencia de una
vicepresidencia para Iglesias y ni se planteó la constitución de los
correspondientes equipos negociadores imprescindibles para legar a un acuerdo
de programas, paso imprescindible para el pacto de investidura.
Debo ser muy torpe, porque no llego a entender por qué no es
posible controlar desde el parlamento las leyes y políticas de un gobierno que
podrían y deberían ser modificadas y ajustadas por el resto de partidos,
votándolas en plenos y en comisiones. Se me hace cuesta arriba y se me hace
cuesta arriba, sobre todo porque la mayor parte de lo que aprobase un consejo
de ministros del PSOE y Podemos, presupuestos incluidos, podría ser tumbado por
el resto de la cámara.
Debo ser muy cándido, pero estoy convencido de que todo esto
es puro teatro, que lo de Iglesias, que ayer salió de la reunión pidiendo
árnica, no había más que ver su cara y escucharle la voz, su empeño en salir de
La Moncloa con dos o tres carteras ministeriales como trofeo, no responde más
que a la necesidad imperiosa de reforzar su liderazgo en Podemos.
Debo ser muy torpe, porque no llegó a entender que quienes insisten en que la mayoria de los españoles quieren un gobierno de izquierdas faciliten por segunda vez, las dere,has siempre se unen un gobierno conservador, cuando no ultraconservador.
Debo ser muy torpe, porque no llegó a entender que quienes insisten en que la mayoria de los españoles quieren un gobierno de izquierdas faciliten por segunda vez, las dere,has siempre se unen un gobierno conservador, cuando no ultraconservador.
Debo ser también muy desconfiado, porque no me sentiría
seguro con un gobierno del que formase parte quien ha conseguido en apenas dos
años acabar con el enorme patrimonio de votos e ilusión que algunos pusimos en
él. Por eso y ante lo que estamos viendo, me planteo si, ante quienes son
capaces de estirar la soga hasta romperla en un adelanto electoral, no habría
que volver a aquellos del "voto útil", sobre todo después de ver que
algunos votos acaban resultando inútiles.
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