Reconozco que, a la hora de tomar decisiones, debe ser muy
difícil sobreponerse al peso de la propia experiencia, renunciar a lo bueno y
lo malo que nos ha pasado, para pensar sólo en el futuro y en toda la sociedad,
no sólo en uno mismo o en los tuyos. Es difícil, muy difícil, pero no hay que
renunciar a ello, porque no es imposible. Además, se supone que eso,
pensar en el bien común, por encima de afinidades o preferencias, debe ser la
primera obligación de quien pretenda ponerse al servicio de los demás, sin
atajos ni trampas. También, la de pensar que la tele no depende sólo lo que la
tele dice de uno, sino lo que ofrece al resto de la ciudadanía
Puedo llegar a entender que Pedro Sánchez se haya sentido
perjudicado por el tratamiento recibido por los medios públicos, radios y
televisiones, puedo entender que esté entre sus prioridades acabar con una
etapa de la radiotelevisión pública que en los últimos años viene siendo
nefasta y no sólo para él.
También puedo entender y entiendo que Pablo Iglesias, que
tanto debe a la televisión, especialmente en los primeros momentos de su
carrera política pública y que mantiene desde hace años en antena su programa,
La Tuerka, esté convencido del poder de penetración que, para bien y para mal,
tiene ese medio y trate de garantizarse su presencia en él cuando no, eso sería
nefasto, el control absoluto del mismo.
Sin embargo, la experiencia de ambos no justifica el
traspiés que han estado a punto de dar, si es que no lo han dado ya
irremediablemente, a la hora de elegir a quién proponer para la presidencia de
la radiotelevisión pública. Entre otras cosas, porque la radio y la televisión
que se haga desde el Estado ha de hacerse para todos, para los que comparten
tus ideas y para los que no, para los andaluces y para los gallegos, vascos y
catalanes, para quienes sólo quieren informarse y para aquellos a los que no
les queda otro remedio que pasar gran parte de su tiempo frente a la pantalla
de un televisor, para los que gustan de los documentales y los programas
culturales o, por qué no, para quienes prefieren creer que exploran corazones
ajenos.
No cabe duda de que la radio y la televisión públicas,
especialmente esta última, son por su capacidad de penetración en todo el
territorio y su control, son un bocado muy apetecible para cualquiera, pero
ello no debe hacer olvidar la universalidad de sus objetivos y garantizar que
la pluralidad, no sólo la ideológica, sea el principal objetivo de cualquier
gobierno, paro la tentación de enredar en las tripas del juguete, ay amigos, es
demasiado fuerte.
En este caso, a Podemos le pudieron las prisas por sacar
algo en limpio a cambio del apoyo dado a Sánchez en la moción de censura, un
apoyo incondicional, dijeron y qué iban a decir, que, antes o después, de un
modo o de otro tratarán de rentabilizar. En su primer y fatal acuerdo con los
socialistas eligieron más con las tripas que con el cerebro y apostaron por
Andrés Gil, redactor jefe de Política de eldiario.es, un magnífico periodista
que, sin embargo, ni pertenece a la plantilla de RTVE ni tiene experiencia en
la gestión, alguien que, salvadas las distancias, estaría al otro lado del
péndulo que el nefasto José Antonio Sánchez
Por eso fue tan significativo y determinante para su
renuncia el rechazo manifestado por los propios trabajadores de RTVE, cansados
de las interferencias del poder en su trabajo, se quejaron de ellas en el
parlamento español y en el europeo y llevan semanas vistiéndose de negro para
salir en pantalla los viernes como denuncia silenciosa ante su audiencia. Por
eso, André Gil ha renunciado a tan polémico "honor" y, a todo correr,
contra el reloj, los negociadores del PSOE y Podemos han optado por, esta vez
sí, un profesional "de la casa", el director de Radio 3, la más
vanguardista, incluso con el PP, de las radios españolas, con un gran recorrido
en ella y, además o, sobre todo, con experiencia en gestión.
No sé cómo acabará esta historia. Ni sé si la gestión del
nuevo candidato estará más cerca de la que hizo Luis Fernández, ejemplo de
pluralidad durante la etapa Zapatero. Lo que sí sé es que así, como
pretendieron hacerlo Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, no hubiésemos ido a ninguna
parte, entre otras cosas, porque el nombramiento debería ser para todos los que
seguimos y pagamos la radiotelevisión pública, no un asunto de dos, en
todo caso de cuatro, de los que dos no fueron invitados a la mesa.
1 comentario:
Bien escrito ...
Saludos
Mark de Zabaleta
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