Para ser sincero, he de deciros que, cuando delante de un
café y junto a un amigo abrí la pantalla de mi teléfono y me enteré de que
Pablo Iglesias y los suyos habían ganado todo en Vistalegre, se me debió notar
en la cara que no debió ser muy distinta de la que se paseó mi pobre Errejón durante
todo el día de ayer.
No esperaba, la verdad, tal derrota del sentido común. Debe
ser porque he vivido demasiado tiempo bajo el hechizo de la casta y me queda
como secuela ese "horror vacui", ese miedo al vacío, que no me
permite hallar una manera digna y eficaz de abordar los terribles problemas que
nos acucian y, sobre todo, nos van a acuciar en un mundo deshumanizado y casi
inhabitable.
Me inquieta sobremanera esa frase, a mi modo de ver desafortunada,
que se acuñó en el primer Vistalegre y que ahora vuelve a repetirse
machaconamente y que define al partido de Iglesias, desde ayer más de Iglesias
que nunca, como una poderosa maquinaria de guerra electoral. Me inquieta,
porque ganar o perder guerras es lo fácil, lo hacen continuamente los
militares, lo difícil es gestionar la paz. Lo fácil es perder o ganar
elecciones, lo realmente difícil es hacer rentables para los electores esos
resultados.
Reconozco que me ilusioné con la posibilidad de que el
realismo de Íñigo Errejón, que parece tener claro que hay vida y trabajo que
hacer más allá delas urnas, se impusiese a la épica y la pirotecnia de
Iglesias. Pero, claro, ni mis análisis ni mis deseos tienen por qué coincidir
con los de la mayoría de los ciudadanos ni, mucho menos con los de los
"inscritos" de Podemos. Así que lo que toca ahora es respirar hondo y
cruzar los dedos para que esa unidad y esa humildad que predicaba ayer Iglesias
se materialicen en algo más que palabras y no tengamos que asistir a otro
lamentable espectáculo de laminación como el llevado a cabo por Ramón Espinar
cuando, después de ganar las elecciones internas del partido en Madrid, se hizo
con el control absoluto del partido en las instituciones y con tres cargos,
inatendibles con eficacia, por otra parte, como si de otra María Dolores de
Cospedal se tratara.
Y, hablando de Cospedal, en el congreso celebrado por el PP,
no hubo sorpresas ni emoción. algo fácil de deducir de un partido triunfante y
miedoso que, pase lo que pase, prefiere no moverse para no ponerse a tiro,
delatando su posición. Por eso, apenas se habló de la corrupción que hoy les
acogota en los tribunales, de la maternidad subrogada ni de nada que pudiese
dar a entender que en el partido de los charranes existe la más mínima disidencia.
Por si fuera poco, la Susana Díaz dejó de ser por unas horas
la presidenta andaluza, para aparecerse en carne mortal ante un florido grupo
de alcaldes de su partido y despejar sin hacerlo del todo cualquier duda que
hubiese sembrado su silencio sobre su intención de tomar a las claras y sin
tapujos las riendas de su partido. Lo hizo con esa sinuosa manera de hablar de
que hace gala elevando y bajando tonos y velocidades, reptando casi en su
discurso y subrayando, como si no lo supiéramos ya, que los que le gusta es
ganar,
De modo que, éste que acabamos de pasar ha sido un mal fin
de semana para mí, porque ninguno de los resultados en juego, unos más
esperados que otros, encajan en mi quiniela y me dejan un tanto desolad y
desesperanzado, porque qué va a ser de nosotros si, entre un partido, el PSOE,
que dice y sus militantes así lo creen, ser de izquierdas y el otro, el que
pretende redimirnos desde la izquierda se abre una brecha, un foso, imposible
de atravesar al menos en dos legislaturas. Por eso, desde la mayor de las
desesperanzas, insisto en mi pregunta que, más que serlo, es una queja ¡qué va
a ser de nosotros!
2 comentarios:
Mi estimado Javier, a diferencia de ti yo tomo los resultados de Vistalegre II con más esperanza que nunca. Atrás queda cualquier diferencia, porque las bases han hablado para que sus representantes actúen en consecuencia. Política, a fin de cuentas, y no de salón. No creo que dicho resultado sea una concesión al ya manido todo-o-nada, sino un paso adelante hacia la coherencia y la cohesión que Errejón mejor que nadie sabrá entender y gestionar. Porque si es cierto que no queremos un Podemos sin Iglesias, tampoco lo queremos sin Errejón, aunque la realidad nos enseñe que todos somos prescindibles. Esperanzada porque, “el cambio es una puerta que sólo puede abrirse desde dentro” Terry Neill; cansada de que “se ha hecho una virtud de la moderación para limitar la ambición de los grandes hombres y consolar a los mediocres de su poca suerte y escaso mérito” François de la Rochefoucauld; y cariacontecida porque, “la vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa.” Albert Einstein.
Un saludo.
Ciertamente nos va a costar superar esta dura etaPPa...
Saludos
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