martes, 3 de diciembre de 2019

DESFACHATEZ O ESTULTICIA


La verdad es que no sé qué carta quedarme con el alcalde que nos ha tocado en suerte, mala suerte, a los madrileños. Uno podría pensar que lo suyo es maldad, maldad para impulsarse en el trampolín del egoísmo de unos cuantos, los que no son capaces de coger el metro o el autobús para ir a comprar un libro o un abrigo al centro, aunque implique horas de cola en la entrada de un parking, aunque con ello contribuya con esmero al envenene amiento del aire que es de todos, maldad para, con ese apoyo que ignora conscientemente el futuro de los niños a los que condena a vivir en una cámara de gas que mata poco a poco, pero mata, el resto de su vida, arrancar los votos de aquellos que sólo piensan en sí mismos y en el instante en que viven, para acabar con el gobierno municipal que, con sus luces y sus sombras, inició la transformación más radical de la ciudad que han visto los madrileños.
Fue una maldad recompensada, porque, a la estrategia de ese candidato, hoy alcalde, que pretendió hacernos creer que con su scooter de pijo podía quedarse atrapado en un atasco, mientras alguno de sus colaboradores grababa en vídeo sus lamentos, sumó la imprudente osadía de recurrir a Vox para sumar con ciudadanos los votos necesarios para desalojar a Manuela Carmena de la alcaldía. Maldad para dejarse agarrar por los cataplines por quienes no creen en la igualdad de los seres humanos, sin que importe de dónde vengan ni qué color tengan, no creer en la violencia machista que ha matado a más de mil mujeres desde que se lleva a cuenta, apara no creer en los derechos del niño, para no creer en la Constitución, ni en todos esos tratados internacionales que nos obligan a hacerlo.
Almeida, como un Fausto vulgar de este siglo, pactó con Vox, le vendió su alma a cambió de la vara y el sillón de alcalde, sin darse cuenta de que, desde ese momento, el ultraderechista Ortega Smith, el socio que eligió para llegar a un cargo que, a él, tan chiquitín y no sólo en estatura, le queda grande, muy grande, es el dueño, si no de sus pensamientos y discursos, sí de sus actos, marcándole el camino a seguir, so pena de que la vara de alcalde y todo el boato que conlleva y tanto e gusta, acabe desvaneciéndose en una moción de censura.
El alcalde chiquitín debe creer que no nos damos cuenta de que el grandullón de la clase, Ortega, le tiene acogotado. Cómo interpretar si no que pretenda haceros creer que envolver el belén que luce en el ayuntamiento responde, no a una presión de Vox, sino a una "tradición familiar" que ni yo, a mis casi sesenta y cinco años, ni ninguno de aquellos a quienes he preguntado, un hijo de guardia civil incluido recuerda. tampoco el ayuntamiento de Madrid, como la Casa del Correo, la sede de la Comunidad han tenido nunca banderacas tan enormes como las que, redundantes, lucen en sus fachadas en ese pique con los balcones catalanes, tan inútil como el de "pocas" luces entre el mismo Almeida y el alcalde de Vigo.
Creo que esos comportamientos son propios de un insensato y que la desfachatez del alcalde, en éste y otros casos que ya ha habido y habrá sin duda, no tiene límites. Porque qué otra cosa es intentar, ayer, hacerse pasar por ecologista en la cumbre del clima, cuando todos sabemos que sólo los jueces han impedido que el alcaldillo valiente desmantelase "Madrid Central" como había prometido en la campaña electoral y pretendió hacer al día siguiente se su investidura. Sí, es desfachatez, sin duda, pero es también estulticia, porque parece ignorar que las hemerotecas y nuestras retinas y oídos están rebosantes de imágenes y sonidos que a cualquiera con un poco de decencia o, al menos, dos dedos de frente le harían salir los colores, pero, desgraciadamente, no es el caso y, si Madrid ha visto descender significativamente sus niveles e contaminación no ha sido gracias a su gestión sino a la ordenanza de Carmena y a que, afortunadamente, vivimos en un estado de derecho en el que los jueces velan por que el último en llegar no eche abajo el esfuerzo de toda una legislatura, aunque no haya sido la suya.

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