Quienes hayan querido enterrase de lo que está pasando en la
política española deben andar desde el viernes tentándose la ropa. Sé que hay
quienes no lo han querido ni lo querrán, pero el resto debe tener ahora mismo
por los suelos su fe en la democracia. No hay, no ya un día, sino un minuto que
pase sin que aparezca un escándalo nuevo, una corrupción más, otro caso de
nepotismo, otro saqueo más de lo que es de todos, para multiplicar por dos o
por tres el dinero tasado por la ley para el funcionamiento del día a día y
para sufragar las campañas electorales del PP, sin que nadie encarne de una vez
la indignación ciudadana y pida la disolución de un partido, el del gobierno,
podrido desde la raíz hasta el último brote de sus ramas.
Si tomamos el mapa de España, desde Galicia a Andalucía, no
encontraremos una sola comunidad autónoma que no esté salpicada por la
corrupción a todos los niveles. Serán muy pocos, si es que hay alguno, los
rincones del país libres de esta carcoma que, de un tiempo a esta parte, viene
barrenando las estructuras del sistema y amenaza con hundirlo. Es tanta la
miseria que se esconde en las vigas del Estado, son tantos los ladrillos que se
han llevado, son tantos los muros presuntamente intocables que han echado
abajo, es tanta la carga que se ha alterado, cosiendo a impuestos a los más
débiles, a los que menos tienen, mientras se aligeraba el compromiso solidario
de los que tienen y ganan más que nadie, que lo extraño es que quede algo en
pie.
Lo fácil sería culpar de esta debacle sólo al Partido
Popular, pero no hay que quedarse sólo en ello, porque, si el PP ha podido
hacer todo lo que ha hecho y durante tantos años es porque quienes tenía
enfrente o estaban en lo mismo, tenían mala conciencia por "lo suyo"
o se la habían alquilado a los poderosos a cambio de un sillón en cualquiera de
esos consejos de administración que hay al otro lado de una puerta giratoria.
Si digo lo que digo, es porque, como muchos de vosotros, he leído el pasaje del
Lazarillo de Tormes, en el que el ciego apalea a su criado, al deducir que está
comiendo las uvas de tres en tres, porque no se queja de que el las cogía de
dos en dos. O lo que es lo mismo en lenguaje actual: tarjetas "black"
y Bankia.
Sin embargo y siendo terrible todo esto que está pasando, lo
peor es que la corrupción no se para en los partidos y en los gobiernos que
controla. La corrupción, como estamos comprobando, alcanza también a puestos
claves de la Justicia y las fuerzas de seguridad del Estado. Eso es de lo poco
que podemos agradecer a Ignacio González, que se haya convertido en uno de esos
muñecos que en las clases de anatomía patológica nos muestran todos los tumores
y enfermedades que pueden aquejar a cualquier organismo por sano que se crea.
Con Ignacio González hemos podido saber que la policía,
algunos policías con acceso al ministro del ramo, le informaban de lo que
"había" contra él. También que tiene fiscales preferidos a los que
luego nombran para ocuparse de "lo suyo", la corrupción, que tiene
magistradas amigas, al menos una, que le "catan" lo que se cuece
contra él en la Audiencia Nacional. Son tantos los tentáculos que ha fijado
sobre los instrumentos con que cuenta el Estado para defenderse de delincuentes
como él, que habría que preguntarse si él solo se ha bastado para controlarlos.
Ayer dimitió, parece que definitivamente, su mentora
Esperanza Aguirre, la que le descubrió como funcionario en el Ayuntamiento de
Madrid y le dejó el viernes camino de prisión, con un patrimonio inmobiliario
que supera con facilidad en valor de mercado los tres millones de euros.
Dimitió, pero como sólo ella sabe hacerlo, escogiendo su culpa, otra vez
"in vigilando", y mandando recaditos a sus compañeros, sin
nombrarlos. Porque qué otra cosa era esa petición de diligencia a la hora de asumir
sus responsabilidades, en clara alusión a Mariano Rajoy que, como mínimo, tiene
ya en su haber tantos pecados como ella.
Ojalá bastase con eso, con la dimisión de Aguirre, con la de
Rajoy, con sus procesamientos que, creo, no van a tardar o con los de todos los
corruptos que hay en el Partido Popular y alrededores, ojalá, Sin embargo, me
temo que la gangrena ha ganado demasiado terreno e infecta demasiadas
estructuras del poder. Es tarde para eso, Imaginad un país en el que el ex
presidente de una comunidad autónoma como la de Madrid es llevado a prisión.
Imaginaos que el presidente de su partido, Mariano Rajoy, no el deja
presentarse a la reelección por lo que sabe de él y, sin embargo, no le lleva
ante la justicia, imaginaos que está acreditad en distintos lugares y por
varios tribunales que ese partido se financia ilegalmente. imaginaos que el PP
es un partido de Estados Unidos, Alemania Francia o Reino Unido
¿Creéis que el presidente de ese país no hubiera dimitidos
ya, que ese partido no habría sido disuelto o, al menos, habría plantead su
refundación en un congreso?
Pienso que ya es demasiado tarde y que alguien debería poner
en marcha los mecanismos legales, que debería haberlos, para disolver el
partido y llevar ante la Justicia a los responsables.
2 comentarios:
Recomiendo este artículo: http://gaceta.es/noticias/nigromantes-espana-muerto-resucitara-25042017-0940
Aunque el autor Jose Javier Esparza es bastante radical, refleja muy bien lo mal que está el país y la situación crítica en la que nos encontramos, seamos de izquierdas o de derechas
"Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo"...
(Abraham Lincoln)
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