No han tenido suerte. La mañana en Madrid era gris. Tan gris
como aquel día de aquella canción de Raimon. Una "mañanita de niebla"
que los mesetarios bien sabemos que es el anuncio de una tarde de paseo. Pero
la mañana y el paseo se llevan mal en una ciudad como Madrid y más en un lunes
de este febrerillo loco que meteorológicamente nos ha traído de todo y, políticamente, como diría un castizo, ni te cuento.
Estaba todo previsto, la liturgia, la coreografía y los
intérpretes. Todo previsto para una nueva entrega de ese largo serial del
victimismo tan querido y tan buscado por los independentistas catalanes, los de
siempre y los sobrevenidos. Estaba todo previsto, pero, a última hora, han
fallado esos elementos que son cruciales para ese pantallazo deseado y buscado
en los telediarios europeos. Y es que ha fallado el escenario, que ha sido tan
gris como sólo puede serlo una sórdida mañana de lunes en el centro de Madrid,
y ha fallado la figuración, nada entusiasta, más bien abúlica, que no ha
proporcionado esas espectaculares imágenes de gente a favor o en contra al paso
de la "comitiva cívica" que han dejado el paseíllo del consejero Homs
en poco más que el de una charlotada de plaza de toros de tercera.
Sería muy triste que, al final, Rajoy se saliese con la suya
y que, también en esto, derrotase a quienes se han proclamado sus peores
adversarios, con la mejor de sus armas, la del aburrimiento. Pero, ara nuestro mal, va
camino de conseguirlo, porque Mas y sus compañeros en este viaje imposible un
viaje en el que, a mi modo de ver, se embarcó sin entusiasmo
y sólo para enturbiar cual calamar ese ya de por sí feo asunto del
tres por ciento. Mas y sus compañeros de aventura resultan ya cansinos y
previsibles.
Todo, en este asunto, tiene demasiado de teatral, incluso de
folletinesco. Pretender que una consulta, que no el referéndum prometido, una
consulta prohibida por el Constitucional y que, por tanto, no podía ser ya más
que una consulta privada, se celebre en dependencias públicas como los
colegios, sin que ello tenga consecuencias, es vivir en un mundo irreal, de
papel prensa, una realidad paralela, en la que, pase lo que pase, la hoja de
ruta del "procés" se cumple sin cumplirla, adaptándola a la verdadera
realidad, prometiendo lo que no se puede cumplir ni aquí ni de cara al exterior
y alterando palabras y promesas, resolviéndolo todo a última hora con unas
nuevas elecciones que se pretende ganar desde el martirologio amplificado, sin
haber hecho otra cosa en estos meses que ocuparse del "procés".
No sé si habré sido sólo yo o habrá habido otros que, como
yo, se hayan preguntado esta mañana si el famoso certamen de telefonía
"Mobile Barcelona", el de los cuatrocientos y mico millones de
beneficio para la ciudad, sería posible en una Cataluña independiente,
segregada unilateralmente de España. Estoy seguro de que no. Estoy seguro que
la "Barcelona, ciudad de ferias y congresos” no brillaría del mismo modo
fuera de la UE y parece que una Cataluña segregada no tendría sitio en la
Europa de las estrellas.
No sé en qué quedará el juicio contra el ex conseller y hoy
diputado Francesc Homs. De lo que estoy seguro es de que la condena, que el
propio Homs ve como segura, apenas tendrá consecuencias en la calle, aquí y en
Cataluña, porque es difícil entender que las tenga la inhabilitación para
ejercer cargos públicos en un estado al que no se quiere pertenecer, Pero, en
fin, la política es así y, por muy buenos que sean el guion, la dirección y la
interpretación, a veces, las películas acaban siendo previsibles y aburridas.
2 comentarios:
Muy buen artículo...
Entendido. Has sido muy prudente analizando. Se merecen -como mínimo- el mismo desprecio del que ellos muestran al resto.
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