Escribió San Mateo que llegará el día del juicio y vendrán de orienten y occidente y se sentarán a la mesa de Abraham, pero los hijos del Reino serán echados a las tinieblas exteriores y allí será el llanto y el rechinar de dientes. Una imagen más que apocalíptica que este fin de semana habrá atormentado, sin duda, a unos y otros en el partido socialista. Esa es la imagen que daba ayer del futuro del PSOE la encuesta publicada por varios diarios y que no debe ser muy distinta de las qe maneja el partido, a tenor del cambio de rumbo de Felipe González, que, sorprendentemente, abandonó el sueño-pesadilla de esa "gran coalición" que, junto a eso que llaman Europa, patrocina el IBEX 35,
Escuchaba ayer y lamentablemente no recuerdo a quien hacer
una inteligente distinción entre lo que hemos dado en llamar alternancia y ese
turnarse en el poder en que ha devenido nuestra democracia. Quizá ahí esté la
clave. Hay partidos que, en el gobierno o en la oposición, se han llegado a
creer imprescindibles. Habían llegado a pensar que, ocurriera lo que ocurriera,
estarían siempre ellos y, a gran distancia, todos los demás, pero,
afortunadamente, parece que estaban, no equivocados, sino muy equivocados.
El "sorpasso", palabra que odio porque me recuerda
a Aznar y Anguita tomando café, tan amigos, en el Congreso, parece, no ya un
objetivo, sino una realidad inmediata y eso, claro, ha sembrado el terror en
las filas socialistas, porque saben que "el comer y el rascar" todo
es empezar y que una vez que se pierde pie en el borde de la pendiente, acabar
en el fondo es sólo cuestión de tiempo.
Por eso han reaccionado, primero torpemente, desacreditando
la encuesta y restando valor a los datos, y luego, más serenamente corrigiendo
su discurso, incluyendo en él más ofertas sociales y tratando de salvar los
muebles en Cataluña, aunque sin abandonar ese relato mentiroso de que el
castigo que les estarían dando los ciudadanos tendría que ver con su intento de
formar gobierno, cuando deberían tener claro que el castigo lo es a su negativa
a formar un gobierno de progreso que tuvieron en la mano y que estaba a su
alcance tan sólo con la aceptación de la abstención, tantas veces requerida y
aceptada, de los diputados nacionalistas.
Ese es, digan lo que digan, se empeñen en lo que se empeñen,
el gran reproche que la mayoría social progresista que conforma este país la
hace a Pedro Sánchez, haberse negado a dar un paso adelante, haberse plegado a
los intereses y las amenazas de la troika, se llame hoy como se llame, y
aceptar sin discusión las tesis ultranacionalistas de la derecha sin hacer
prevalecer sobre ellas la democracia y el deseo incontestable de los catalanes,
no ya a alcanzar la independencia, sino de ser consultados sobre ella.
Hoy, a veinte días del "día del juicio" que son
las elecciones, el sudor frío corre por la espalda de la insólita dirección
socialista, cuestionada en todas y cada una de sus decisiones por un sanedrín,
el de sus barones, que, como el perro del hortelano, ni come ni deja comer, ni
toma decisiones valientes ni las deja tomar, demasiado cómodo en las poltronas
y atrapado en sus corbatas de seda, que hipoteca el futuro del partido, algo
que, antes, apenas le daba importancia, porque daba por supuesto el voto
resignado y fiel de quienes elegíamos el mal menor.
Ahora las cosas han cambiado. Ahora hay otro lugar al que
llevar nuestro voto. Ahora, una vez que Pablo Iglesias ha abandonado su torre
de marfil y ha decidido "juntar las meriendas, con la Izquierda Unida de
Garzón, el voto útil, para quienes queremos cambiar este país está en otro
lado, más a la izquierda, porque la izquierda, pese a lo que diga Sánchez, no
termina en el PSOE, sino que empieza fuera de él. Si no lejos de sus
militantes, sí lejos de sus dirigentes.
Sólo un milagro o una tragedia librarían a Sánchez y su
partido de caer en esas tinieblas exteriores, las del llanto y el rechinar de
dientes, las del resbaladero hacia la
insignificancia, y para evitarlas les quedan, exactamente, veinte días.
2 comentarios:
Buen artículo...
Me ha parecido un artículo excelente, Sánchez perdió su oportunidad de oro y la perdió para siempre y el PSOE agoniza, no se puede estar al laco del más radical capitalismo...
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