La verdad es que no envidio el papel de los candidatos en
estas elecciones. Todos, salvo aquellos a los que les basta con mostrarse como
realmente son, se ven obligados a trabajar diariamente en un circo de tres
pistas en el que unas vecen reman, otras pedalean y, casi siempre, mienten. No
hay más que ver a la candidata al ayuntamiento de Madrid que, pese a presumir
de ser la única candidata que se presenta sin disfraz, cada día cambia de
uniforme y actividad, a sabiendas de que la prensa, a la que necesita tanto
como la prensa necesita de ella, la va a seguir allá donde vaya, como las
cantineras y prostitutas seguían a los ejércitos en las viejas guerras.
Cualquier cosa, menos hablar de lo que realmente importa.
Cualquier cosa, menos responder a lo que realmente interesa a los ciudadanos,
cualquier cosa, menos asumir la responsabilidad que ha tenido y tiene en la
generación de ese mar de corrupción que ha acabado siendo la Comunidad de
Madrid desde que su lindo pie pisó el capote que algunos madrileños -la mayoría,
es verdad, pero ni mucho menos todos- extendieron a su paso.
Decía que es duro el oficio de candidato, pero más de be
serlo el de padrino del candidato, obligado, por ejemplo, a bajar al parque a
montar en bici con las ahijadas, sobre todo con una que, bien lo sabe él, no
pretende otra cosa que "echarle carreras" y que no dudaría en
desternillarse de risa ante el más mínimo accidente que pudiera sufrir, y son
muchos los que amenazan a quien se aventura sobre una bici con zapatos de
suela, pantalones de vestir y corbata. Algo que, a la postre, resulto
innecesario, porque Mariano Rajoy se basta y se sobra para ponerse en evidencia
con sólo abrir la boca.
Pues bien, frente a todos estos despliegues que organiza esa
legión de asesores que levantan del sofá a la candidata para embarcarla en el
Retiro y, una vez en tierra, la pasean en bici por la orilla del río, frente a
este despliegue, otros candidatos no oponen más que su honradez y su sentido
común y pese a ello tienen que soportar las agresiones verbales de defensa
marrullero de quien no está dispuesta a dejarse ganar por una juez tan querida
como dispuesta a hablar de todo y a aportar, no chucherías y dos huevos duros,
si no bastan las chucherías, sino soluciones, quizá pequeñas, siempre
discretas, a los problemas de los ciudadanos.
Pongamos que hablo de Madrid, de Esperanza Aguirre y de Manuela
Carmena, porque eso es lo que conozco, pero estoy seguro de que esto que os
cuento, con otras piruetas, con otros guateques, pasa también en otros lugares.
Estoy seguro que en Valencia, en Barcelona, en Sevilla o en A Coruña pasa otro
tanto. Y también estoy seguro de que en muchas ciudades, si no en todas, hay
candidatos que se llevan los votos de los ciudadanos, simplemente, por la
inercia del poder, estoy seguro de que, como en Madrid, hay candidatos tan
conocidos como mal valorados y otros, con los que uno se iría a vivir que, sin
embargo, no cuentan con el favor de la prensa y quienes controlan los medios,
porque tienen poco que ofrecerles, salvo la verdad y la verdad no siempre
vende.
No sé dónde estáis ni qué pensáis, pero os pido que, dentro
de diez días, no penséis en siglas, sino en caras, en voces, en pensamientos y,
sobre todo en trayectorias. Os pido que, esta vez y siempre, no os dejéis
arrastrar por los partidos o por la imagen que tengáis de ellos, sino por los
candidatos.
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1 comentario:
Gran epílogo....
Saludos
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